Por Sergio Reyes.-
Como repique de tambores que se desparrama por todo el entorno y se multiplica entre los bosques y serranías de la cordillera, así vemos llegar los ansiados chubascos tempraneros con que el mes de Mayo irrumpe en escena, anunciando el fin de la sequía, un respiro para las siembras y los auspicios de prometedoras cosechas.
Como siempre, la Madre Natura llega a tiempo, en auxilio de sus desvalidos hijos que desde comienzos de año padecen los tradicionales latigazos provocados por la sequía, situación que en los últimos tiempos se ha venido empeorando debido a los cambios climáticos provocados por la creciente deforestación y el constante abuso a que la humanidad somete a sus recursos naturales.
Con sobrada razón, Mayo ha sido bautizado como el mes de la fecundidad y a todo lo largo de sus 31 días en una gran parte de las naciones del mundo se festeja con grandes manifestaciones de júbilo al ser más sublime, a quien le fue dada la enjundiosa encomienda de sostener, parir y amamantar al fruto de su vientre, contribuyendo con ello a la reproducción de la especie en toda la faz de la tierra.
Y junto a esa Madrecita buena, que fue dejando estelas luminosas de su vida en la fragua de nuestra existencia y que con su ejemplo y tesón contribuyó a convertirnos en hombres y mujeres de bien, para orgullo de la Patria y nuestras propias familias, nos fundimos en estos días de celebración diseminados a lo largo del mes de Mayo, para expresarles nuestro sentir y agradecimiento por habernos dado el milagro de la vida, el sostenimiento, la educación y el ejemplo.
A esas madres que con el sudor de sus frentes abonaron la tierra en donde habrían de cosechar el alimento para sus hijos.
A todas las que echaron mano de sus múltiples profesiones, ocupaciones o habilidades y se lanzaron a las calles a buscar trabajo, sin dejarse amilanar ante las dificultades y venciendo prejuicios, discriminación, abusos, maltratos y vejaciones de toda índole.
A las madres solteras, que por causa de la inmadurez, la irresponsabilidad o los avatares del destino se vieron forzadas a asumir la difícil misión de ser padre y madre a la vez.
A la oleada de valerosas mujeres que buscando la ‘visa para un sueño’ partieron un día de sus países en condición de inmigrantes, sortearon la bravura de las olas y el mar profundo, vencieron el miedo a las alturas, la soledad del desierto y el bochorno de la explotación con tintes de prejuicio y discriminación, en aras de poder labrarse un mejor destino, para sí mismas y su familia.
-Y con ellas, a la innúmera cantidad de otras tantas que nunca pudieron llegar a puerto seguro y dejaron enterradas sus esperanzas de un mejor porvenir en el fondo de los océanos, en la inhóspita vastedad de los desiertos o en los lúgubres y ominosos antros en donde se vieron forzadas a encaminar sus pasos.-
A las viejecitas buenas, que no conformes con haber dedicado la mejor parte de sus vidas a conducir a sus descendencias con mano firme y enérgica por el mejor de los senderos, hoy por hoy, en su condición de abuelas, se constituyen en la mano derecha, junto a sus hijos e hijas, en la crianza y educación de nietos, biznietos, tataranietos y toda las generaciones que la longevidad y la buena salud les permitan conocer y disfrutar.
A todas esas Madres que llenan de ejemplo, amor y alegría a nuestras vidas, quiero expresarles en el transcurso de este simbólico mes de Mayo mis más calurosas felicitaciones. Y a la vez, extiendo un mensaje de solidaridad, en aliento y resignación para aquellos que ya no tienen a su lado a sus madrecitas queridas.
Y todos juntos, los que la tenemos viva y los que no, levantemos al unísono una oración, en agradecimiento eterno al Creador, por habernos dado la inconmensurable dicha de disfrutar la compañía de una buena Madre.
Felicidades Mamá, en tu día!!.
Santo Domingo, Rep. Dom. ; Mayo, 2011.
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