20 ago 2010

Entre Samaná, la india y el Brugal‏

Por Enriquillo Frias

Suele suceder que a veces la rutina y la desidia te roban los sueños o la energía para cristalizarlos. A veces, viene alguien o algo y los posibilitan. A veces el mismo mundo conspira para que uno sea feliz. Otras tantas veces me dejo llevar por la imaginación total tratando de convertir los sueños y quimeras en realidades placenteras, aunque muchas veces poco probables.... muchas veces dejo el bullicio de la capital, el "sapito" y el "pachuché" para como Indiana Jones inspeccionar mi isla
y encontrar destinos como Samaná que se hace presente en tu vida con su bahía inmensa, brumosa y gris que se adueña de ti, te convierte en paisaje, te convierte en poesía y un pescado al coco se sumerge en las profundidades de tu paladar y adquiere la categoría de manjar, también un dulce de coco la de maná del cielo, pero solo frente a su marina de viejos barcos encallados en el olvido, frente a sus puentecillos que van de isla en isla, a sus numerosas playas de arenas grises y relucientes como minúsculos diamantes.

¡Oh Samaná! Brazo mágico dormido en el Atlántico, con entrañas de mármol, de oro y de ámbar y millares de palmeras, como melenas verdi-rubias. Samaná, tierra de pescadores y antiguos esclavos norteamericanos perdidos para siempre y sin remedio en el paraíso, en medio del todo y de la nada… Samaná, Arco y flecha del orgullo y la resistencia, aún deambulan indígenas caribes persiguiendo, a flechazos, conejos aventureros en carabelas… Se los juro, estuve ahí, esta vez no fue un sueño, no les miento, vi como los vellos de mis brazos se erizaron y mi piel se torno de gallina, un ahogo hondo y prolongado se apoderó de mí camino al paroxismo.

Si creen que fue todo, no fue así, ví más, la verdad es que haber estado en Samaná fue toda una grata experiencia lejos de las blackberrys, los jevitos que parecen Jonas Brothers, con su cerveza eterna en la mano, con sus jeans tubitos de colores luminicos, "la cerveza interminable", pues muchas veces es la misma de la noche entera... por que será que dicen que los jevitos no consumen??, pero bien allá los jevitos con su comparonería, mientras yo lejos de la rutina, tan solo la mar y nosotros, mujeres lindas que andan con sus cocolos, aquellos que Trujillo mando a buscar una vez de las antillas menores y otras islas aledañas para tener una mano de obra calificada de negros ladinos, hoy en día se entremezclan entre nuestra cultura formando nucleos urbanos, haciendo florecer el amor por las playas de Samaná.

Envidiando esta suerte me propuse hacer lo mismo, pero en mi caso, buscando la india por otros derroteros con sed de pasión y buscando hacer realidad las fantasías que vi a menudo en Baywatch cuando el Teniente Mitch Buchanaan hacia el amor a las aprendices de salvavidas a la orilla de la playa, (como no tratar de emularle!!)!, cortejé algunas dominicanas indias trigueñas, siempre en busca de la jeva perdida, hasta que dí con una... me llevo a bailar bachata a uno de los lugares nocturnos de Samaná, pues no estaba en un resort 5 estrellas, sino en la casa de la familia de un buen amigo y eso era lo único que me quedaba y como buen dominicano no me puse guapo, siempre en "chercha", siempre en bohemia al bailar allá y ver toda esa mezcla de razas, un país multicultural, cuantas indias que dieron su cuerpo y su oro por espejitos!!, pero solo nos queda recordar con alegría y yo allí con mi india Samanense tratándo de llegarle a los pasitos bachateros del lugar, acompañado de un brugal blanco y un "coco rico", la noche fue algarabía, fiesta y bacilón....

El ver el manso rumor de las aguas en la noche pone a uno a reflexionar, quizás mi pequeña isla no sea tan mala, tampoco tan buena, pero siento nostalgia por momentos si me alejo, amor, paz, muchas veces rabia e indignación cuando estoy en ella, si esta isla ubicada en este Caribe tempestuoso no habría revelado los secretos de las minas de ‘’abundante oro’’, esta ciudad, talvez, nunca hubiese llegado a ser lo que es hoy y el dominicano por igual....busqué el amor en Samaná y solo conseguí la alegría sin pasión, más tampoco la lujuria, tan solo quedó el deseo de aquella india, pudo ser un buen recuerdo, más como dijo el doctor tan solo son "cosas del corazón...cosas del corazón", o quizás el estupor de nuevo de la resaca de ese día, otra noche más de bohemia lejos de la capital y su bullicio, bañado de artesanías Samanenses y de su arte culinario, algún día he de pasar allá unos días largos, quizás meses, quizás haga nacer un Enriquillito por esos predios, siempre y cuando la vida me lo permita, espero los Miercoles y Viernes de Bohemia no hagan sus estragos con el pasar de los años...

Buscando salir de la rutina
anduve por las playas del norte
chicas lindas, aguas cristalinas,
un brugal que siempre fue mi soporte.

Aquellos que se preguntan porque en samaná bebí Brugal
les contesto que cuando la india y el ron se juntan
Brugal da a la vida placery ella hace en mí un carnaval.

Aquel bohemio romanticón que con la playa se inspira
cada vez que siente que la india le mira,
Y siente le toca el corazón,la india sera siempre su lira,
y el brugal su inspiración.

No fue el pescado con Coco,
mucho menos el brugal,
la india fue que me puso loco
y sin cualtos pa gastar...

A Samaná fui casi en olla, bebí, comí y bailé
encontré la india que embrolla,
y al volver a la capital
sentado en un bar la invoqué,

continuará...

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Una sola Palabra

BUCÓLICO

1. Adj. lit. Díc. del género de poesía o composición poética que canta la sencillez de la vida campestre. Teócrito es considerado su creador y Virgilio su máxima figura y modelo para los autores de la Edad Media.

2. adj.-s. idílico.