Por Sergio Reyes II.
( A Jose Silvestre, in memoriam ).
Alzándose mas Allá de su estatura, con sus gafas enarcadas, mirada contundente y demoledoras palabras, Núñez Grassals iba sembrando el camino de sentenciosas enseñanzas que habrían de marcar, como el acero, el accionar futuro de la Pléyades de aprendices de la palabra y aspirantes a periodistas que rebosaban las aulas de la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma de Santo Domingo –UASD-. Carlos Julio Félix, con su novedoso periodismo televisivo y sus trascendentales reportajes de alto contenido humano, comenzaba a definir lo que habría de ser un estilo a la hora de enfocar la noticia, narrada y conducida por sus actores principales. Filiberto Cruz, con sus documentados textos sobre la historia del periodismo y el ejercicio de la comunicación en el país, contribuyó sobremanera a apuntalar el caudal de conocimientos necesarios, que permitiese a los noveles comunicadores poder salir a las calles apertrechados con las herramientas del saber, dispuestos a desentrañar la verdad, -pero toda la verdad!- y estar en condiciones de narrarla con palabras precisas, veraces y de fácil asimilación por el lector.
Nos forjamos aprendiendo día a día en la cantera inagotable de los hombres y mujeres que empuñaban el micrófono y con voz vibrante transmitían a través de las ondas radiales todo cuanto acontecía en el espectro nacional, desde el mismo lugar del hecho, en Radio Mil Informando, Noti-Tiempo y las múltiples empresas y medios del Circuito Corporán, entre otros.
Y enarbolando a los cuatro vientos un librito, cuasi Biblia, de Alberto Malagón, que llevaba por nombre Piensan otros por Usted?, nos cuidábamos de dejarnos adocenar por mecanismos e instancias de manipulación cultural, enquistados en el aparato superestructural del Estado, al servicio de la clase dominante.
Fueron tiempos convulsos y difíciles, en los que cada día se jugaba la vida un dominicano, en aras de la defensa de los principios, las convicciones, el ideal, las reivindicaciones sociales y los derechos humanos. Y esa postura vertical y militante, por momentos derivó en lucha frontal, decidida y corajuda en contra de la represión política, la corrupción entronizada en las mas altas instancias estatales, los abusos ejecutados por el gran poder transnacional, en contubernio con sus lacayos internos y los excesos perpetrados por una andanada de caciques locales e islas de poder incubados y prohijados al amparo de la impunidad: “incontrolables”, bandas variopintas, hienas deleznables que operaban a la sombra de alguien que, al decir del populacho, ni veía, ni oía ni hablaba, … pero todo lo sabia!!
Guido Gil, (José ) Piera, Orlando Martínez, Gregorio García Castro y Narciso González –Narcisazo-, constituyen, quizás, la cuota mas dolorosa de aquella horrorosa y larga noche de la represión que azotó el país durante los abominables periodos de la ‘dictadura ilustrada’. En ellos, el periodismo militante jugó su papel, desentrañando y difundiendo la verdad aun a costa de la propia vida de valerosos artesanos de la palabra que se opusieron al chantaje oficial, el conciliábulo y a la mordaza.
Huchi Lora, Nuria Piera, Juan Bolívar Díaz, Margarita Cordero, Altagracia Salazar, Bonaparte Gautreaux Piñeyro, Julio Hazim, Veri Candelario, Alvarito Arvelo y Cándida Ortega, entre otros muchos, han sido –y son- paradigmas del ejercicio de la palabra, del periodismo honesto y combativo y han demostrado que, independientemente de los cambios coyunturales que experimenten los altos mandos del Estado, su accionar como comunicadores siempre ha estado apegado a difundir y defender la verdad, duélale a quien le duela y pésele a quien le pese.
Divagando en estas cosas del apasionante mundo del periodismo y la función desempeñada por un sinnúmero de hombres y mujeres que, a lo largo de la vida republicana, con sus alzas y bajas han contribuido con la consolidación del sagrado derecho a la libertad de expresión, como puntal para la verdadera construcción de un Estado de Derecho en donde tengan cabida las libertades democráticas, de repente, surge, a borbotones, con toda su desgarradora actualidad, el grosero secuestro y posterior asesinato del periodista de La Romana José Silvestre perpetrado por un grupo de hienas de la peor calaña que buscaban acallar las valientes denuncias en contra del narcotráfico que el finado comunicador había venido sosteniendo a través de diferentes medios de comunicación.
El proceso de investigación del macabro asesinato, las maquinaciones, intereses envueltos y la catadura moral de los personajes que a nivel intelectual y material propiciaron la muerte de este valioso mártir del ‘cuarto poder’ nos pone sobre aviso de que la sociedad dominicana se encuentra abocada a enfrentar de manera decidida al narcotráfico y su odiosa secuela de maléficos intereses envueltos, … o perecer!!
Y para que nadie se llame a engaños, cuando se aborda el flagelo del trafico y consumo de estupefacientes, hay que hacer hincapié, necesariamente, en las profundas raíces que este mal social ha desarrollado en las instancias del poder estatal y los controles que ejerce a diario en las áreas de los poderes judicial y legislativo, entidades militares especializadas en la persecución del crimen e instancias político-partidarias, en base a la instauración de una orquestada trama que incluye la compra, el soborno o el silenciamiento criminal, tal y como ha ocurrido recientemente con el lamentable caso del periodista romanense.
Y ya que enfocamos el caso, y en aras de respetar aquello de decir la verdad, pero toda la verdad, no queremos dejar de mencionar el recurso de la compra y venta de conciencias en la que algunos incurren, a veces gustosamente y otras tantas presionados por sicarios al servicio del bochornoso ‘negocio’, reprochable acción que facilita la impunidad en que desenvuelven sus acciones quienes nadan en el lodo de esta asqueante actividad y en la que, penoso es decirlo, han estado envueltos algunos comunicadores y personajes públicos, tal y como se ha denunciado.
Sea o no el caso de José Silvestre, entendemos que la vida es un don preciado recibido del Creador y solo El puede quitarla. Nadie puede estar prevalido del derecho de segar la vida de un ser humano, sean cuales fueren sus motivaciones; mucho menos en un caso como este en el que todo indica que el periodista Silvestre se convirtió en un obstáculo muy poderoso para el desarrollo y sostenimiento de las operaciones delincuenciales del grupo ‘empresarial’ que acabó con su vida.
Por ello, antes que diluirnos en los posibles yerros y debilidades que como ser humano José Silvestre pudo cometer, entendemos que toda la sociedad, en su conjunto, debe levantarse a una sola voz para exigir el esclarecimiento de este crimen atroz y la aplicación de un castigo ejemplarizador -con las penas mas severas-, a la totalidad de sus autores, al tiempo de demandar de los poderes estatales la toma de medidas cada vez mas contundentes en contra del narcotráfico, lavado de activos y la delincuencia generalizada en nuestro país.
No podemos permitir de manera impasible que el vicio y la corrupción mantengan postrada, de rodillas e impotente, a la sociedad dominicana.
El alevoso crimen que segó la vida del periodista José Silvestre no debemos olvidarlo ni silenciarlo nunca. Nunca. NUNCA!!
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