1 abr 2011

La denuncia social, el amor a la vida y las bondades de la campiña, brotan como manantiales en las décimas de Josián Espinal.

Por Sergio Reyes

Sus ojillos vivaraces –ventanas abiertas del alma- se inundan por momentos, posesionados de esas flamígeras llamaradas que dominan las mentes inspiradas de algunos privilegiados a quienes la vida les deparó el sagrado deber –y el placer- de expresar el sentir de los demás, conjugando en esa tarea la calidad, la candidez y la contundencia de la labor social en defensa de la comunidad. Las limitaciones para expresar lo que siente y el resabio interior por no poder articular por sus propios medios las emociones que de seguro siente al saberse depositario de la profunda admiración y respeto de quienes hemos acudido como el alumno ante el maestro, en busca de abrevar en la infinita sapiencia acumulada en tan rico manantial, le inducen, a ratos, a proyectar una imagen que pudiese confundir al entrevistador. Sin embargo, viejas añoranzas con viñetas de ancianidad, similares o parecidas, nos transportan a recuerdos en la etapa final de la existencia de mi abuelo, y con ese toque mágico de ternura podemos, entonces, armarnos de valor para asumir, con la solemnidad que requiere el caso, una amena conversación con el decimero Juan Antonio Espinal –Josián- y su adorable e inseparable esposa Teresa de Jesús Pérez Domínguez, en un apacible y acogedor rincón campestre con toques de paraíso ubicado en la comunidad de El Guanal, en la provincia Santiago Rodríguez.

De sobra conocíamos su obra: Cómo no saberlo si desde hace mas de 6 décadas ha ido dejando la impronta de su arte repentista, satírico y jocoso, valiente, combativo y veraz, en todos los espacios en donde ha logrado filtrar las atinadas y contundentes décimas, que nacieron con él, como parte del andamiaje cultural de una región y una época y que desde ya podemos augurar que serán, por siempre, parte integral del patrimonio del pueblo dominicano?

Como poeta innato, con fuertes influencias campesinas y una acendrada formación hogareña, Josián desarrolló la facilidad en la palabra versificada a muy temprana edad –desde los 14 años, según ha sido consignado en sus memorias-; Por ende, es dable suponer que su presencia fue componente inseparable de las veladas, encuentros festivos, velatorios, faenas agrícolas del tipo de los convites o juntas y, más adelante, eventos sociales, políticos y comunitarios. Y todo ello, sin desdeñar las ‘peñas’ de los años mozos, de rico sabor y contenido romántico, en las que dos o más gallardos mozalbetes se disputan -fuertemente apertrechados con la contundencia de una décima-, los suspiros y quereres de aquella a quien sueñan con hacer su mujer.
 
Y vaya Usted a saber –y me perdonan la indiscreción por divulgar el dato obtenido casi en confesión-, que en uno de esos ‘lances decimeros’ el inquieto e ingenioso Josián se apropió en su totalidad de los sentimientos de Teresa. Y hasta la fecha de hoy!
 
Juan Antonio Espinal constituye en el presente uno de los exponentes más preclaros, honestos y auténticos de la cultura campesina dominicana y en ese tenor se erige como una reserva del folklore, las costumbres, las actitudes y el comportamiento de los habitantes de la Línea Noroeste y de la zona de Santiago Rodríguez, en particular. A lo largo de su vida siempre ha puesto su condición de trabajador agrícola en primer lugar y en sus predios, sembradíos y crianzas a cada instante salen a relucir las señas de su mano laboriosa. De igual forma, el apoyo que le profesa su familia compuesta por sus hijos, nietos y relacionados evidencia que sembró en ellos el ejemplo del amor y la unidad lo que se ha revertido en un monolítico e indisoluble clan familiar que constituye un ejemplo en la comunidad de El Guanal.
 
Las paredes de su casa –un perfecto equilibrio de modernidad, con respeto al medioambiente campesino- están repletas de las placas, reconocimientos, premiaciones y homenajes que ha ido amasando a lo largo de su vida, gracias al tesón, entrega y seriedad con que ha asumido la proyección de su cultura y la defensa intransigente de las causas justas, erigiéndose, en más de una ocasión, en la espinita que incomoda la placidez de los ‘jorocones’, burócratas y funcionarios que de tiempo en tiempo padecen nuestras comunidades y que solo acuden a las posiciones públicas para lucrarse y obtener beneficio propio y para sus familiares y relacionados.
 
Con el estilo picaresco que caracteriza al decimero pueblerino, Josián ha exaltado las bondades de la campiña así como de los pueblos y ciudades que constituyen la frontera y la Línea Noroeste. Ha sembrado el aliento en el humilde campesino que lucha día a día en el surco en busca de un mejor porvenir; ha glorificado la memoria de personajes inmaculados de la historia dominicana, ha enaltecido a grupos sociales como el agrónomo, el maestro y el campesino y se ha tomado un capítulo muy especial para honrar a la Mujer –y entre ellas, a Doña Teresa-, elemento inspiracional por excelencia que siempre ha estado presente de una forma u otra en sus versificaciones.
 
Con ese arduo batallar a cuestas erigiéndose en vocero y estandarte de los pobres, los olvidados y los dolidos, Don Josián ve pasar los días, rodeado del aprecio de los suyos y de todos cuantos valoramos la importancia que tiene para nuestros pueblos la preservación de una labor tan fecunda, honesta y ejemplarizadora como la de este gran hombre.
Josian viene padeciendo en la actualidad serias limitaciones en su accionar, fruto de graves padecimientos cardiovasculares que se desencadenaron sobre su recia fortaleza afectando su movilidad y capacidad para comunicarse. En el lento, delicado y tesonero proceso que conduzca a su plena recuperación participan de manera entusiasta y paciente su fiel compañera de toda una vida así como algunos jóvenes de la comunidad y relacionados que hacen vida en la casa campestre del clan familiar. Ellos, con su amorosa dedicación y empeño contribuyen a hacer más llevadera y apacible la existencia de esta gloria noroestana de la poesía popular.
 
En homenaje a la fecunda labor poética y a sus años de esfuerzo proyectando la cultura popular, en meses recientes y con el auspicio de su familia fue publicado un volumen que contiene una selección de sus más aclamadas décimas. De igual manera, el cantautor y activista cultural Manuel Jiménez puso en circulación un disco compacto con arreglos musicales a varias composiciones del destacado decimero, las que se escuchan en las voces de artistas de la talla de Sonia Silvestre, Josefina Torres -oriunda de Santiago Rodríguez-, Roldán Mármol y el propio Manuel Jiménez. Ambas producciones –el libro y el disco compacto- llevan por nombre ‘El olor de mi campiña’.
 
Desde esta humilde trinchera, hago votos por la pronta y segura recuperación de Josián, a fin de que podamos seguir disfrutando de su arte infinito, de sus anécdotas, de sus ocurrencias y de su verborrea cargada de denuncia social. Yo también, al igual que Pedro Antonio (Pellín) y demás vástagos de esta ejemplar pareja de esposos de El Guanal, en mis años de infancia y en tiempos de invierno y lluvias disfruté de incontables veladas nocturnas, en torno a los fogones, al ardor de las brazas y la leña de cuaba, encima de serones y sacos de maní, escuchando décimas de boca de mi abuelo y tíos, mientras asábamos apetitosas y humeantes batatas, bajo el manto inolvidable de los azulosos rayos de la luna y un cielo encopetado de estrellas. Y frente a esos entrañables recuerdos, mi aprecio por Josián y su obra se multiplica.
 
Que viva por siempre esta gloria del arte popular dominicano y que siga cantándole a la campiña, provocando aletear de mariposas y esperanzas de redención en el pecho de los oprimidos.

sergioreyII@hotmail.com

Marzo 31, 2011; Santo Domingo


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Una sola Palabra

BUCÓLICO

1. Adj. lit. Díc. del género de poesía o composición poética que canta la sencillez de la vida campestre. Teócrito es considerado su creador y Virgilio su máxima figura y modelo para los autores de la Edad Media.

2. adj.-s. idílico.