29 jun 2010

Hoy no vino el maestro....126 aniversario del natalicio de Pedro Henriquez Ureña

Hoy martes 29 de junio, será depositada una ofrenda floral en el Panteón de la Patria, en homenaje al 126 aniversario del natalicio de Pedro Henríquez Ureña. Un catedratico, un literato, un critico de los que, por desgracia,  ya no abundan en esta nación tropical.
Fruto de la unión de dos, de los mas brillantes nombres del ateneo dominicano: Francisco Henriquez y Carvajal y Salomé Ureña. Sus años de infante estuvieron marcados por la  presencia de una lumbrera de la enseñanza, Eugenio Maria de Hostos, de quien se podria decir  fungió un papel importantisimo en su inclinación por las letras y la magistratura.
Corrió con la triste suerte -que trasiegan en su mayoria los visionarios que pasan por este mundo- de no ser reconocido en vida por sus meritos y mas bien ser condenado al olvido, al destierro y hasta la humillación, por la mediocridad de una sociedad que no toleró el fulgor de sus pragmaticas ideas."...Muchos países fueron injustos con él. En España, si lo consideraban, pero como indiano; un mero caribeño", revela Jorge Luis Borges.

La desdicha del exilio inicia cuando en 1915, navega hacia los Estados Unidos. Siendo contable de una fábrica, vivió la dureza del jornal de obrero, que padecen dia a dia nuestros hermanos dominicanos en Nueva York.

Luego emigra al Sur de America, a la tierra de Gardel, la Argentina de los Buenos Aires; donde afirma Borges "fue profesor adjunto de un señor, de cuyo nombre no quiero acordarme; que no sabía nada de la materia, y Henríquez -que sabía muchísmo- tuvo que ser su adjunto....en Buenos Aires, creo que no le perdonamos el ser dominicano, el ser, quizás mulato; el ser ciertamente judío -el apellido Henríquez, como el mío, es judeo-portugués-."

A pesar de la oposición de sus colegas, Henriquez Ureña explayó un rol relevante en la actividad académica argentina, que comenzó el año de su llegada al país, en 1924. Primero en la Universidad de La Plata con el filósofo socialista Alejandro Korn, Raimundo Lida, el historiador José Luis Romero y el ensayista Ezequiel Martínez Estrada-, un año después junto al filólogo español Amado Alonso, quien invita a Ureña a trabajar en el Instituto de Filología y Literaturas Hispánicas, en la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires. Así con Ureña (y con Alonso en menor medida), entran al país los estudioshispanoamericanistas, filológicos, estilísticos y lingüísticos; métodos colocando al texto en el centro del análisis.



En 1925 obtiene una cátedra en el terciario no universitario Instituto Nacional del Profesorado Joaquín V. González.



Perteneció a una raza de eruditos hoy en extinción, un romántico a quien Alfonso Reyes llamó “testigo insobornable”, un hombre capaz de atravesar la ciudad en la noche para socorrer a un amigo.” Su vida se sintetiza con una idea: “Trabajo”. No fue un hombre rico, sino que desde joven trabajó duro para sobrevivir.
Un hombre de una cultura vasta y prolifera que se evidencia en su obra crítica por la amplitud de los temas tratados y su ferviente deseo de demostrar la unidad e independencia espiritual de América. A este respecto se pueden citar: Seis ensayos en búsqueda de nuestra expresión (1928), Apuntaciones sobre la novela en América (1927) y Sobre el problema del andalucismo dialectal de América (1937).

La actividad de hoy martes es un simple homenaje, a quien fuera uno de los más destacados teoricos del pensamiento latinoamericano. Uno de los humanistas más importantes de América Latina en el siglo XX. Pedro Henríquez Ureña, un maestro que amaba mas que nada preñar las hambrientas mentes con conocimientos. Pero que sobre todo exigia el esfuerzo y el trabajo duro a sus estudiantes. Una inspiración inmortal tanto para alumnos como para maestros, a interiorizar que la enseñanza es una labor de doble via donde debe primar el amor a lo que se hace.  “Cuando alguna vez he vuelto a viajar en tren, soñé con encontrar a ese profesor de mi secundaria, sentado en algún vagón, con el portafolio lleno de deberes corregidos, como esa vez -¡hace tanto!- cuando juntos en un tren, yo le pregunté, apenado de ver cómo pasaba los años en tareas menores: ‘¿Por qué, Don Pedro, pierde tiempo en esas cosas?’. Y él, con su amable sonrisa, me respondió: “Porque entre ellos puede haber un futuro escritor”.

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Una sola Palabra

BUCÓLICO

1. Adj. lit. Díc. del género de poesía o composición poética que canta la sencillez de la vida campestre. Teócrito es considerado su creador y Virgilio su máxima figura y modelo para los autores de la Edad Media.

2. adj.-s. idílico.